En este fragmento podemos diferenciar dos partes divididas por el uso de la música, marcadas en verde y rojo en el esquema (Figura 1.3). En la primera parte nos encontramos con una escena donde no hay música, el sonido es diegético y donde escuchamos voces conjunto a modo de ambiente. Son voces desauricularizadas, al mismo volumen en el punto 1, lejos de la bañera, y en el punto 2, ya en la puerta del baño, y con la misma inteligibilidad en cualquier espacio y momento, como podemos escuchar en la voz no verbal del niño en los puntos mencionados.
Sin embargo, en la segunda parte marcada en rojo en el esquema, en el punto 3 comienza a surgir una música extradiegética que nos hace alejarnos de la diégesis, puntualizada también por la auricularización de las voces, que ahora escuchamos lejanas y distorsionadas. En este momento entramos en el mundo interior del personaje, que se queda absorta contemplando a su hijo en la bañera.
Esta incursión en la mente de Mitch se disipa en cuanto la interrumpe su hermana (punto 4), a la que en un momento escuchamos difusas y en cuanto nos vamos del mundo de Mitch se vuelven de nuevo claras, volviendo a la diégesis de la que nos habíamos escapado en un momento.
La escena termina con un encabalgamiento de la música extradiegética a la siguiente escena (en azul en el esquema)